Basado en un tema ecológico, “La sangre de las estrellas”, obra que presenta el Ballet Nacional Chileno (BANCH) hasta el 25 de junio, fusiona música de Gustav Mahler, Johann Strauss, Emile Waldteufel y Ludwig Minkus con la mitología. El ballet que dirige Gigi Caciuleanu. hace su debut en el Teatro Universidad de Chile.
La obra es una creación del coreógrafo francés Thierry Malandain, director del Ballet de Biarritz, que llega a Chile invitado por el Instituto Francés de Chile y el Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile, CEAC.
La música de esta pieza coreográfica será interpretada en vivo por la Orquesta Sinfónica de Chile y la contralto Pilar Díaz, bajo la dirección del maestro Nicolás Rauss.
“La Sangre de las Estrellas” fue estrenada el año 2004 por el Ballet de Biarritz con gran éxito y excelentes críticas. Luego se presentó en importantes escenarios internacionales.
Malandain viajó a Chile junto al equipo que trabaja con él en Francia: sus asistentes Giuseppe Chiavaro y Francoise Dubuc, quienes comenzaron a trabajar el montaje con los bailarines del Ballet Nacional Chileno a principios de mayo. El diseñador del vestuario es Jorge Gallardo, chileno que ha triunfado con sus trabajos en importantes teatros como el Metropolitan Opera House y el diseñador de iluminación Jean-Claude Asquié.
Para el coreógrafo francés “La Sangre de las Estrellas” es “un baile cósmico realizado en honor a la naturaleza, pero también una plegaria que pretende que el hombre detenga la indiferencia para acoger a la naturaleza como una madre, entre sus brazos”.
Malandain eligió La Marcha Egipcia de Johann Strauss para la apertura que “podría ser un baile”, dijo, para seguir con dos de los cuatro leaders del Ciclo Canciones de un Compañero Errante de Gustav Mahler que, junto a otras dos canciones y un movimiento de la Segunda Sinfonía del compositor, se van alternando con marchas, polkas y valses de Strauss como el Danubio Azul.
“La música de Gustav Mahler me permite explicar el mito a la humanidad y la de Strauss expresar cómo el hombre se evade de lo que pasa a su alrededor y de la naturaleza, porque cuando uno escucha la música de Strauss se olvida de lo malo que pasa afuera”, dice Malandain.
Para el cierre escogió el tercer acto de La Bayadera de Ludwig Minkus, “un muy buen final con una melodía simple, pero hermosa y muy sensible”, afirmó el director de orquesta Nicolás Rauss, quien agrega que en general la música de esta obra refleja dos aspectos del alma austriaca: el brillo y la pomposidad vienesa a través de Strauss y la sentimentalidad de la soledad y amores desdichados por medio de las creaciones de Gustav Mahler. .
“La sangre de las estrellas” tiene un sentido ecologista, al que el coreógrafo alude a través del relato de la creación mitológica de la Osa Mayor y la Osa Menor que narra Ovidio en La Metamorfosis donde relata que Zeus sedujo a la ninfa Calisto, la que nueve lunas después da a luz un hijo. Al enterarse de esto Hera, la celosa esposa del Señor del Olimpo, la convierte en osa y la condena a errar por el bosque. Es parte del mito grecolatino en que se basa Malandian para dar forma y sentido a su creación.
Pero lejos de la mitología, el coreógrafo francés hace referencia a la relación del hombre y el oso. “En la actualidad se sabe que en la blancura inmaculada del polo norte, situado en un extremo de la cadena alimentaria, este animal absorbe en su sangre los rechazos de nuestra despreocupación. Como ocurre con otras especies. Su supervivencia se ha convertido en la parábola de nuestro futuro”, apuntó Malandain.
Thierry Malandain
Se ha destacado en la escena francesa como un coreógrafo capaz de poner en diálogo la tradición clásica y los lenguajes contemporáneos, fusión que está presente en “La sangre de las estrellas” a través de un tema cargado de simbolismo, que es a la vez un homenaje a la naturaleza y una oración del ser humano a ella.
Desde su estreno en 2004, la obra ha cosechado los mayores elogios de la prensa francesa e internacional por su vitalidad, su humor y emotividad. También impactó el uso de la música, que mezcla lo clásico y lo irónico con una fuerte carga de sensualidad.
Thierry Malandain (1959) bailó en el Ballet de l´Opéra de París y en el Ballet de Nancy del que se retiró en 1986, cuando tenía sólo 26 años porque ya a los 23 había iniciado su labor como coreógrafo y obtuvo varios premios. Luego, fundó su propia compañía “Temps Present”. Su trabajo se destaca por inscribir la tradición clásica de la danza en un registro contemporáneo.