En la capital de los Estados Unidos, el tango, al igual que en otras grandes capitales del mundo, se ha convertido en la cita obligada de argentinos, uruguayos, y latinoamericanos, pero más concretamente, de estadounidenses que ha quedado cautivados por la sensualidad de la música y el baile. La Pan American Symphony Orchestra (PASO), dirigida por el argentino Sergio Busjle, no queda al margen de esta fiebre que resurgió en la década de los ’80 cuando se presentó por primera vez en Broadway el espectáculo Tango Argentino.
En el año de su vigésimo aniversario, la orquesta, cuya misión es difundir la música latinoamericana, lanzó la quinta edición del DC Tango Festival, que comenzó con un concierto en Herndon, Virginia, con otro en el Banco Interamericano de Desarrollo, y con la exhibición del film “El día que me quieras”, protagonizado por Carlos Gardel en la sede la Embajada Argentina de Washington. Seguido por una milonga a beneficio de una escuela de música de Rosario, Argentina.
El cierre del festival fue el 1 de mayo en Springfield, Virginia. Pero el 30 de abril, la PASO presentó el “gran concierto” del festival, “Viva el Tango”, en el Lisner Theatre de la George Washington University de DC. El show estuvo integrado también por tres parejas de bailarines: Carolina Jaurena y Diego Banco; Annatina Luck y Anton Gazenbeek, y Carolina Zokalski y Diego di Falco, y los músicos invitados, Raúl Jaurena (bandoneón) y Octavio Brunetti (piano).
Tangos tradicionales de Osvaldo Ruggiero, Francisco Canaro, Mariano Mores, Eduardo Arolas y otros, formaron parte del repertorio en el que no faltaron temas clásicos de Raúl Garello y Astor Piazzolla. Diseñado con inteligencia, “Viva el Tango”, fue alternando las parejas de bailarines con temas instrumentales en el que el director incluyó un estreno: “El Desquite”, de Emilio Kauderer. La orquesta, que suena magníficamente, reúne instrumentistas de buen nivel que juntos se potencian para obtener resultados excelentes.
Los primeros en salir a bailar fueron Carolina Jaurena y Diego Banco, con “A Mancuso”, un tema del bandoneonista Raúl Jaurena. La pareja hizo un despliegue de habilidades en el que no dejaron atrás ciertos pasos de la danza clásica, intercalados con los del tango tradicional. Velocidad, energía y algo de acrobacia fueron los elementos que caracterizaron a estos bailarines que, con habilidad, coquetearon con elementos de la danza de salón (ballroom).
Graciosa, y dinámica, C. Jaurena puso un toque fresco y encantador a su versión de “Taquito militar” de Mariano Mores, y tuvo una respuesta más ajustada de su partenaire, Banco.
“Chiqué”, de Ricardo Brignolo, sirvió de presentación para Luck y Gazenbeek. Ambos también bailaron “Nocturna”, de Julián Plaza, y “Gallo Ciego”, de Agustín Bardi. La pareja, por momentos dejó de lado las acrobacias que deslumbran al público extranjero, para sumergirse en delicados desafíos de la danza clásica: giros tipo fouettes, grand jetes con sabor a tango, y hasta exageraciones como revolcarse por el piso y pasar por debajo de las piernas del compañero; o levantamientos semejantes a los que pueden verse en “El lago de los cisnes”.
Todo este despliegue “técnico”, requiere de cierta fluidez de movimientos, que esta pareja no logró ensamblar, y la música se les escapaba de los pies.
Carolina Zokalski y Diego di Falco, sin excentricidades, con un ritmo perfecto y ajustado, y con una enorme sensualidad, dieron una clase magistral de tango de escena. En ellos, la acrobacia dio paso al tango. El delicado caminar de Zokalski hacía recordar a la legendaria e inolvidable maestra del tango, María Nieves. Los bailarines, que llevan más de 20 años juntos en escena, supieron encontrar el sabor justo para cada uno de los tangos, y verlos, dejaba sin aliento a los entendidos. Y que ¡Viva el tango!
Yes! Finally someone writes about caribes.