Se fue sin alharacas… Ángel Pericet, quien más trabajó a lo largo de su vida en pro del prestigio coreográfico de España murió en los últimos días de febrero de 2011. Había nacido en 1928 y compartido con sus padres y hermanos la vida en suelo hispano, como también la de esta tierra argentina tan amada por ellos. Es que como parte de esa familia, mantenía unidad espiritual y un gran amor por la danza, la misma que habían cultivado sus abuelos y sus padres: las de la Escuela Bolera peninsular. Su niñez y adolescencia las había vivido en ese ámbito sevillano y junto a esa familia ejemplo de respeto. Entre arribos dramáticos a la Argentina, y retornos a una España surgente que quizá ya no era la que ellos añoraban, Ángel fue de la numerosa familia quien más trascendió como intérprete, tradicional coreógrafo, devenido a comienzos de los años ’90 director del Ballet Nacional de España, una entidad importantísima pero complicada por el personalismo de muchos y el temperamento y carácter volcánico de otros. Pero Ángel Pericet quería que no se perdiera el rico acervo de la Escuela Bolera, mantenida, cultivada, y glorificada por una familia que sabía y sabe lo que es enseñar. Él mismo era un virtuoso de ese estilo peculiar que había enriquecido con aportes visibles del siglo XIX a la danza clásica occidental en su período romántico.
De recordadas actuaciones en los años ’40 en el espectáculo “Romerías” (Teatro Avenida), posteriormente con la propia Compañía integrada por él y sus fieles hermanos, notables bailarines, desarrolló temporadas exitosas en teatros tan llenos de recuerdos como el Liceo. En ese grupo también figuraba desde la faz técnica de la iluminación y en los detalles de estilo de la Escuela Bolera, Luisa Pericet. Los hermanos –sobre todo Ángel- fueron también respetuosos divulgadores de las vestimentas y costumbres de la España regional. Ellos lucían siempre vestuario muy atractivo, verdadero aderezo de esas danzas que ellos bailaban sobre estudiadas coreografías puestas por Ángel.
Y como recuerdo particular de este crítico, el uso elegante y apropiado de partituras de distintos compositores europeos, o de los diversos cultores de la zarzuela, no faltando a la cita, en algunas ocasiones, los ejemplos cabales de Manuel de Falla. La entrada presentación de muchos de sus espectáculos se hacía con esa “España” tan bien evocada por Emanuel Chabrier, apareciendo Eloy, Carmelita, Amparo, todos ellos muy apreciados y queridos por ese público tan vehemente y afectuoso que abundaba en nuestras salas.
En el grupo familiar danzante estaba el genio de la familia Pericet, como cuando deslumbraron con el fandango de “Doña Francisquita” en el Teatro Colón, ovacionados por el público que exigía la repetición. En los últimos tiempos –bailó hasta bien pasados los 70 años- integraba la Compañía José Zartmann, un excelente discípulo argentino. Ángel murió en Madrid, capital de la Madre Patria, y sus restos traidos para ser inhumados en el panteón familiar en Lomas de Zamora. Que descanse en paz y sea recordado como corresponde por españoles y argentinos.
Mi nombre es diego Franco, y tuve el privilegio de ser invitado como bailarin para su despedida de los escenarios en el teatro Avenida de la ciudad de Buenos Aires en el 2005.
Lo que mi memoria recuerda de Angel, aparte de ser un apasinado por su arte,es la persona amable, bondadosa y despojado en el traspaso de sus conocimientos a todos los interpretes que estabamos integrando ese momento la compañia, siempre con una sonrisa.
Nos veremos en algun lugar, de seguro estara tocando sus castañuelas y dando clases de escuela bolera. Gracias Maestro.
Vivo en Caracas, Venezuela. En un viaje a Madrid conoci a Angel en un seminario muy corto, sobre la danza en España. El me ilustro y a todos los asistentes, de forma muy precisa y particularmente didáctica sobre la “danza Bolera” de la que yo no sabía nada.
Amaba a Argentina y sus gentes, y a toda América…Descanse en Paz.