“El lago de los cisnes” tuvo su estreno mundial en el Teatro Bolshoi de Moscú, el 4 de marzo de 1877. Distintas razones confluyeron, para que este estreno mundial, con música de Peter Iytch Tchaikovski, sobre guión de Wladimir Begitchev y Vassili Gelzer, resultara un fracaso. Algunas de ellas fueron: la poco imaginativa coreografía de Wensel Reinsinger, la pobreza de decorados y vestuarios, y también, la insolente inexperiencia del director de orquesta. Por su parte, Tchaikovski, que había concluido la partitura ya avanzados los ensayos, creyó que su música había sido la causa del desastre. Fue así que, decidió componer una nueva partitura, para .el Teatro Marinsky de San Petersburgo. Pero su muerte, acaecida en 1883, impidió la realización del proyecto.
El Director del Teatro Imperial, decidió honrar la memoria del compositor fallecido. Y, el 27 de enero de 1895 se estrenó una nueva producción, de la que debió hacerse cargo Marius Petipa. Maestro de Ballet de origen francés, y coreógrafo principal del Teatro Mariinsky. Por compromisos contraídos, Petipa, solo pudo componer los actos primero y tercero: y delegó en su asistente, Lev Ivanov, la coreografía del segundo y cuarto actos. La escenografía y el vestuario fueron diseñados por M. I. Bocharov y H. Levogt. En esa producción, el compositor Ricardo Drigo, a pedido de Petipa, revisó la partitura original de Tchaikovski. Sin cautela, hizo recortes y agregó fragmentos; que aún siguen incluidos en la obra musical, a pesar de que, auditiva y orquestalmente, no armonizan con la misma.
La bailarina italiana, Pierina Legnani, en el doble rol de Odete-Odile, y el ruso Pavel Gerdt, como el Príncipe Sigfrido, estrenaron esa versión. La Legnani, fue la primera en imponer los 32 fouettés en la coda de EL Cisne Negro. Es de destacar, que la producción del Marinsky, fue modificada en versiones posteriores, con y sin acierto: en Rusia, más tarde en la URSS. y en el mundo. Quitaron y agregaron: coreografías, música, danzas, personajes y escenas, que distorsionaron “La Obra”, a tal punto, que muy poco queda de ella.
La versión coreográfica de 1895 de Petipa-Ivanov, llegó a occidente; muy bien documentada: mediante partituras y anotaciones, que trajo consigo Nicholas Sergeyev, reggiseur general del Marinsky: cuando abandonó Rusia, pocos días antes de la revolución de Octubre. Esos escritos, basados en el sistema Stephanov, para notación de la danza, representan un patrimonio de incalculable valor para el Ballet Clásico. Con ellos, Sergeyev, repuso además de El Lago de los Cisnes (Vic-Wells Ballet, en 1934; hoy Royal Ballet), otras obras fundamentales del repertorio: Giselle, Coppélia, La Bella Durmiente y El Cascanueces. Los documentos reunidos por Nicholas Sergeyev, en el método Etephanov, comprenden más de 21 ballets; están disponibles en The Harvard Theatre Collection.