El maestro supo representar mediante su cuerpo la sensibilidad herida de un mundo atormentado por las bombas atómicas que rompieron el fino equilibrio entre el universo y el mundo. Único e irremplazable, Kazuo nos dejó su mensaje: “Deseo bailar la danza de la hierba loca hasta el último latido de mi corazón.”
Vi a sensei (maestro) Kazuo Ohno por primera vez en el Teatro San Martín de Buenos Aires en la Argentina. Colaboró en el encuentro y acercamiento la directora y creadora del teatro “Off Broadway” Ellen Stewart, también llamada “La Mama”. Ella, generosa madrina artística mía, me impulsó a estudiar y asimilar de su amigo Kazuo Ohno y su hijo Yoshito Ohno una diferente e innovadora creatividad contemporánea y oriental. De aquel evento con “La Mama” pasaron unos años. Pero cuando Kazuo y Yoghito Ohno, de gira por Sudamérica, vinieron a la Argentina a presentar “Admirando a la Argentina” y “Mar Muerto”, Ellen me llamó y mi hermosa hada madrina me anunció las coordenadas en las que estarían alojados -en el Hotel Panamericano de Buenos Aires-; sólo faltaba acudir al encuentro.
Cuando fui a verlos, llamé desde la entrada del hotel. Una voz muy cálida y amable -su hijo Yoshito Ohno- me anunciaba que estaban al tanto de mi deseo de estudiar Danza Butoh en Japón y que me recibirían en pocos instantes. Me sentí como un enamorado que acude a la sita de su ser más amado. Algo perturbado ya, nos sentamos y tomamos una taza de café. No me animaba a levantar la taza, ya que mi pulso se había acelerado tanto que mi vergüenza por disimularlo sólo lo aumentaba, a tal punto que sentí que si probaba levantar la taza un centímetro, volcaría todo su contenido antes de que llegara a mi boca. Mi conmoción fue tal que paralizó todos mis movimientos y acciones propias. ¡Menos mal!, ya que al segundo posterior de mi revolución y estremecimiento, Ohno, con un gesto muy oriental y con todo su cuerpo, invitaba -por ser el más anciano de esa mesa-, como son los usos y las costumbres japonesas, serenamente a servirse.
Estallé de alegría por dentro, como un niño, ya que gracias a ese temblor detuve por un instante mi individualista impulsividad occidental. Esa fue la primera lección que recibí en el año 1986. Doy gracias a la vida y a tantos seres vivos que me ayudaron para que ese encuentro se realizara en aquel hotel de Buenos Aires.
Hoy siento tristeza al enterarme de la muerte de mi maestro a los 103 años. Creo que él está conmigo, serenamente consolándome, bailando a mí alrededor con su paleta de colores llena de personajes. El viejo, el niño, el payaso y la prostituta sagrada ríen, juegan, viéndome escribir su responso final.
Mientras Cristo y Buda deciden cuál será su último ritual, desde el mismo país -la Argentina- que dio origen a su musa inspiradora, Antonia Merce, lo saludo maestro. El mundo extrañará su presencia ya que seres como usted dignifican al ser humano en toda su potencialidad creativa.
Hoy abrazo a mi maestro Yoshito Ohno (hijo de Kazuo) y en él a su hermano Yukito Ohno y toda su familia, representantes, alumnos y grupos de butoh desparramados por el mundo.
Yoshito, mi más sentido agradecimiento y beatitud por su bondad que en todos estos años me dieron una esperanza para seguir vivo y gracias a lo aprendido junto a su padre, todos los días poder llegar a la verdad y a lo sincero de mí mismo.
Su padre, su abuelo o su bisabuelo, fueron un faro en la oscuridad para muchos al dar un ejemplo para las generaciones venideras con su arte.
Maestro Kazuo Ohno, usted será siempre en nosotros un referente inmortal que vivió coherente a sus principios humanos, hasta el último latido de su corazón. Sensei usted y la gracia de su familia lo acompañen en este último viaje al encuentro junto a los grandes de la historia. Despido así a Kazuo Ohno, el último emperador de la danza mundial.
Realizaré en su nombre, a forma de agradecimiento, una “Ofrenda a Kazuo Ohno” para que desde el país natal de su inspiradora “Argentinita”, su alma y su musa descansen en paz.
En mi infancia veía las nubes desde la terraza posterior de la casa de mis padres hoy cuarenta y un años después terminando mi segunda cesión luego de algunos años de para y animado por su espíritu maestro Kazuo ohono en el centro de cuenca al sur del ecuador recuerdo las palabras del maestro tadashi endo en quito al hablar de usted y regresan las imágenes de la infancia para darle las gracias al creador de la mama por lo que me ha regalado aun sin haberme conocido le saludan maestro kasuo ohno gracias
y a usted gustavo por la bella forma de despedirlo
daniel berrezueta
aguilaquilla@hotmail.com
Gustavo, gracias por pintar con tanta calidez al Maestro. Sé de tu profunda admiración y devoción por él. Sé de tu arte, de tu entrega. Disfruté, hace unos febreros, del espectáculo multimedia que le dedicaste en el escenario ASTOR PIAZZOLLA de la CASA de la PROVINCIA de BUENOS AIRES, como culminación de una jornada plena de JAPÓN en BUENOS AIRES. Te mando muchos cariños. Cristina.